Bien podría
titularse así el cuento de la actual temporada del Rayo B. Desde principios de
noviembre, que se dice pronto, lleva el filial sin ganar en casa. Desde aquel
partido sólo ha vuelto a ganar una vez, y lo hizo como visitante en Luanco. En
definitiva, dos partidos ganados de los
últimos 19 disputados.
Una racha
nefasta en cuanto a números, que ha situado al filial como peor equipo del
Grupo I en lo que llevamos de segunda vuelta. Digo nefasta, porque en cuanto a juego bien podría haber
conseguido algún punto más, de haber sido justo el fútbol con los chicos de
Jimeno.
Foto: Ana Torrijos
Cúmulo de circunstancias
Para aquella
persona que no siga la trayectoria del filial franjirrojo, lo más fácil sería
pensar que no se está haciendo nada de nada. Pero la situación es bastante atípica.
Después de
dos años en la categoría de Bronce
del fútbol español, en los que todo salió a pedir de boca (incluso se llegó a
coquetear con los puestos de Play Off a 2ª División), esta temporada la
situación ha dado un giro de 180º.
Se está trabajando
muchísimo desde el cuerpo técnico hasta los jugadores, pasando por Manolo, el
delegado de campo del Rayo B, pero las cosas no salen bien ni por activa ni por
pasiva.
Una temporada
en la que se están dando situaciones de
lo más variopintas. Por ejemplo, las
expulsiones (16), de las cuales
algunas han sido justas, aunque bien es cierto que ha habido otras muy
rigurosas que han dejado al filial en inferioridad en partidos clave.
Foto: Ana Torrijos
No es una
excusa, ya que muchos puntos han volado por imprecisiones del equipo. Partidos como el del Leganés en casa, que
se ganaba por 2-0 y que terminó en empate, o más recientemente el partido disputado el pasado domingo en Salamanca. Cuando
estaba todo a favor, con 1-2 en el marcador y desarrollando mejor juego y más
ocasiones que el rival, llegó una imprecisión en defensa que costó el empate
final. Puede que sea falta de atención en los minutos finales o exceso de
confianza, pero lo que está claro es que hay que corregirlo.
La falta de gol es otra de las circunstancias que está
pasando factura al filial. En 30 partidos jugados 31 goles a favor, siendo el quinto equipo menos goleador del Grupo I.
Una falta de gol que no concuerda con la creación de ocasiones. Por ejemplo, en
el partido del domingo, el filial disparó 15 veces, con un balance de 6 tiros a
puerta y 9 fuera. Por lo que es más falta de puntería y determinación mezclada
con una especie de ansiedad creada por la situación actual.
Una determinación que tampoco llega cuando
el filial va ganando un partido. Por ejemplo, el domingo en Salamanca, con 1-2
en el marcador, se tuvieron ocasiones para “matar”
el partido pero no se aprovecharon.
Foto: Ana Torrijos
Rivales directos
Mientras el
filial se sigue dejando puntos, rivales
directos por la salvación como es el caso del Sanse o el Guijuelo, ganan
sus partidos. Los sanseros, por ejemplo, tiraron de casta y ganaron hace
dos jornadas en casa del Ourense por 0-2. El Guijuelo, por su parte, venció el domingo pasado al Coruxo en
tierras gallegas por 0-1. Una victoria lograda en el descuento que les coloca
en el puesto de promoción.
Es curioso
ver cómo en la misma jornada el Guijuelo saca los tres puntos in extremis mientras el filial pierde dos puntos
valiosísimos en los últimos compases del partido. Cómo el Sanse empata con el
filial y la jornada siguiente vence haciendo buena la igualada o cómo el
mismísimo CD Marino (colista) lleva 13
puntos de los últimos 18 disputados.
Sea como sea
y cueste lo que cueste sólo queda agarrarse a las matemáticas y seguir
trabajando en busca de cambiar la dinámica, ganar partidos y romper así el cuento de nunca ganar. Eso sí,
partido a partido, no sea que nos volvamos locos.
Foto: Ana Torrijos
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