“Quería
que el mundo supiera que mi país ha ganado siempre con determinación y
heroísmo”. De esta forma, explicaba el etíope Abebe Bikila el oro y récord del
mundo conseguido en los Juegos de Roma 60. Si algo le caracteriza es su heroísmo,
ya que corrió los 42.195 metros de la maratón descalzo al no sentirse cómodo
con las zapatillas Adidas (patrocinador olímpico) que le habían proporcionado.
Abebe
Bikila, que no había sido seleccionado en un principio, acudió a los Juegos del
60 como sustituto de un atleta lesionado. Este recluta del cuerpo de la Guardia
Nacional fue el primer africano en conseguir una medalla de oro en unos Juegos
Olímpicos, demostrando así que África estaba capacitada para ponerse a la
altura de Europa. Además, debemos tener en cuenta que lo hizo en Roma, capital
de la Italia fascista que en tiempos del dictador Mussolini había oprimido a su
país.
Una
gesta que, sin duda, dio la vuelta al mundo y encumbró a un etíope desconocido
que había comenzado su andadura como atleta un poco tarde. Cuando pertenecía a
la Guardia del emperador Haile Selassie
I, vio un desfile de los atletas etíopes que habían sido partícipes en los
Juegos de Melbourne 56. En sus camisetas, los atletas portaban la bandera de
Etiopía, hecho lo suficientemente significativo como para convertirse en
representante de su país. Así, comenzó participando en los campeonatos de las
fuerzas armadas y posteriormente pasó a competir a nivel nacional venciendo,
incluso, su primer maratón ante el favorito Biratu. Ya con 28 años participó en
los Juegos de Roma 60.
Sus
segundas olimpiadas, Tokio 64, no fueron menos heroicas. Bikila llegaba medio
convaleciente, ya que seis semanas antes de la maratón se había sometido a una
operación de apendicitis, y volvió a repetir hazaña. Nuevo oro y nuevo récord
del mundo le convertirían en el primer atleta en revalidar el título en la
modalidad de maratón.
Correría
por última vez en los Juegos de México 68, donde se vio obligado a retirarse de
la prueba, debido a una lesión de rodilla, así como por el mal de altura. Estos
motivos le impidieron revalidar el título a sus 36 años. Un año después, quedó
tetrapléjico al sufrir un accidente con el coche que el Gobierno le había
regalado por su victoria en Tokio. Fue sometido a una operación que redujo su
nivel de paraplejia, lo que le hizo seguir luchando para representar a su país,
en este caso, en la disciplina de tiro con arco.
Una
hemorragia cerebral, consecuencia del accidente, le provocó la muerte en
octubre de 1973. De este trágico modo, fallecía una persona ejemplar para los
africanos, que demostraron todo su afecto en una ceremonia oficial a la que
acudieron 75.000 personas.
Bikila
siempre será recordado por sus logros en los Juegos Olímpicos y, sobre todo,
por hacer del continente africano la principal potencia en las pruebas de
fondo. Un compatriota suyo, Haile Gebrselassie, lo recordaba así: “Bikila hizo
que nosotros, los africanos, pensáramos «Mira, él es uno de los nuestros, si él
puede hacerlo, nosotros podemos hacer lo mismo»”.
foto: Olympic.org
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